martes, 16 de septiembre de 2008

Amigos incómodos

Los encuentro cada vez que miro por la calle o sentado en un café a la gente que me rodea. Gente entusiasmada, llena de ilusión, que quiere aprender. En ocasiones con ambición desmedida. Sin ir más lejos, el otro día, dos chicas y un chico españoles hablaban por la calle. El chico, novio de una de ellas y que parecía que no se quedaba, le dijo a su chica: "Qué bien que estudieis las dos juntas, para luego montar un negocio". La chica, muy seria contesto: "Si, pero yo he venido aquí para ser la mejor". Pobre, pensé. Pero seguro que en la mente de muchos de los jóvenes que veo estos días está la idea de ser buenos profesionales en sus respectivos trabajos. Se refleja en cómo exploran la ciudad, como la saborean. También veo, y en ocasiones son los mismos, a aquellos que saben que, en su caso, el fin justifica los medios y que la soledad es, en ocasiones, una incómoda compañera de viaje que, al final, acaba desapareciendo. Y los veo buscando cualquier situación o lugar que les sirva de bálsamo, de refugio, en un lugar tan lejano y diferente al suyo: un café, la sección de la librería donde venden la literatura de su país o la sección de comida étnica de un supermercado. Me los quedo mirando siempre que me cruzo con ellos (se les identifica muy bien por su mirada, mezcla de ilusión, tristeza y miedo), intentando adivinar que piensan. Es fácil. En ocasiones, cuando les miro, me da la sensación de mirar en un espejo.

PD: tengo nueva habitación y abuen precio. Ya os contaré. Besos.