lunes, 15 de noviembre de 2010

Sir Paul Mellars se jubila.... y lo celebramos



Hola queridos,

El otro día asistí a uno de los hitos de la intrahistoria de la Arqueología. Sir Paul Mellars se cortaba la coleta oficialmente. Resulta que con 71 palos ya iba siendo hora y leyendo su obra, esto debería haber sido hace al menos un lustro. Es el Curro Romero de la Arqueología.

Para quien no le conozcais, Mellars es catedrático de aquí y ha escrito mucho sobre los neandertales y lo tonto que eran. Por tanto, el hombre pensaba lo contrario a lo que pienso yo. Esto no impide que le tenga mucho cariño y nos llevemos bien. Bueno, pues, como escribí en su libro homenaje me invitaron a la cena, previo desembolso de 25 libracas del vellón.

El asunto consistía en una parte pública de "drinks" ofrecida en el McDonald Institute of Archaeology (no donde las hamburguesas). Ya sabía yo, conociendo lo estirados que son ahí, que había que ir merendado. Efectivamente, la veteranía es un grado. Allí había unas botellas de vino, mas bien pendenciero y para acompañar... pues sinceramente, creo que llegué a ver aceitunas, pero no estoy seguro. Aquello parecía un supermercado ruso, vamos, que no había de nada para jalar. Una vez todos puestos en su sitio, llegan los discursos. Barker, el amo del lugar (un tío que parece un mafioso chungo y que en navidad se pasea con una diadema de cuernos de reno), se sienta en la barra de la habitación del café y empieza a rajar, después Mellars y después los regalos: el molde de un cráneo de neandertal y el libro homenaje que era secreto (aunque se lo olía porque algún lumbreras le dio algún texto para que hiciese de censor).

Luego el cenorrio. Todos al Jonh's College (bueno sólo unos 40). Nos meten en una sala con mesa en M y el frontal con asientos reservados. Yo iba pegadito a Marta que me salvó la vida y que por suerte la había tocado sentarse en una esquina, yo al lado. Antes de todo ocurrió un momento histórico: Marta me presentó a Lord Collin Renfrew y a Lady Jane (su señora). Después de seis meses viéndole reflexo-dormitar en su despacho le pude decir que el primer libro en arqueología que leí fue uno suyo y que lo escribió el año que nací (1973). Le hizo gracia.

Nos dan el primer plato, algo de salmón con más cosas: rico. Yo hablando con Marta animadamente. Al acabar el primer plato marta me dice: "hay una tradición en este tipo de cenas: cuando se cambia de plato se cambia de conversador". Dicho y hecho, Renfrew que hablaba hasta entonces con Gamble, al recibir el segundo plato, se giró y se puso a hablar con MA y yo, me tuve que girar y hablar con Marie Soressen (que hace arqueología del género) y su señor esposo. Joder, a los 4 minutos no tenía nada que hablar con ella y, además, no hubiese sabido como expresarlo (cuando hablo inglés parezco un poco gili). Gracias a Dios, Marta y Renfrew nos pusieron en su conversación.

Con el postre, con el que me hice un lío porque no sabía si el tenedor era para cortar y la cuchara para comer o viceversa, cada uno lo hacía de una manera, llegaron los discursos. Primero Renfrew que estuvo divertidísimo, luego Gamble, que está a punto de dar a luz, por lo que allí enseñó (está tirillas y con un barrigón de 9 meses), luego Stringer y por último Foley, que fue el más divertido (para mi). Luego espontáneos hablaron mas que alguna bobada como: "se ha retirado el profesor mejor vestido"... yo diría clásico porque sigue llevando americanas cruzadas con botones de marinero desde que la puso de moda el capitán Cook... y luego le dieron unos regalos, el kit para hacer su propio comportamiento moderno: plastilina, cuentas de collar de niños, plastidecor para pintar cuevas y bobadas de esas, estuvo divertido. Luego cada uno se cambió de sitio a hablar y yo me fui que Pía y Alex estarían durmiendo y no quería molestar más de la cuenta.

La comida rica, pero porque acompañan el pato con una guarnición cuartelaria: un brócoli y unas patatas cocidas, sin sal, que penita.

No hice foto y, aún así, no las publicaría. pero si os dejo el menú.



Emisión en pruebas

Hola queridos,

Parecía que no, pero el Mai ha vuelto a la Pérfida Albión. De hecho llevo ya 15 días por esta calurosa y paradisiaca isla, pero muy pocos de vosotros se ha dignado a mandarme un email y decirme: sigues vivo? Sois unos cabronacos, pero sois mis cabronacos y os quiero y por eso vuelvo a escribir el diario de mis andanzas, por eso y para liberaos de eternas y repetitivas historias.

Mi llegada fue el 1. Llegué a barajas con mi maleta de cartón, mi cesta con huevos y gallinas, sabiendo menos inglés que antes y, habiendo perdido la vergüenza hace años, me planté en Cambridge de nuevo. Hasta el 11 estuve viviendo en plena Arcadia con Pía y Alex en su casa. El 11 ya encontré alojamiento y tuve que salir del paraíso. Me alojo en uno de los Hostel del King's College y tardo, exactamente 15 pasos en llegar a mi puesto de trabajo (vamos, que vivo en el edificio de al lado). La habitación está de p**a madre, aunque la señora del College me decía que si era muy pequeña, que la viese primero, joder, ya pensaba que me metía en un segundo sótano con un palo con clavo para matar ratas, pero no, está muy bien... al menos para un franciscano como yo. Lo malo: mis vecinos. Son unas encantadoras criaturas que tienen entre 18 y 19 años, angelitos. Sólo saben mover muebles a todas horas y liberar hormonas en pareja, pero alguno es simpático. A los primeros que conocí fue a una pareja, resultando que la chica era española y me dice: ¿De donde? de Madrid, contesté. Y la tía me suelta: yo de Barcelona. Pero me lo dijo con entonación de: que pena, ya no podemos ser amigos... anda y que te ondulen (pensé).

El otro día estuve de cena buena, pero eso es otra historia (fin de la emisión en pruebas)