sábado, 4 de octubre de 2008

Viejuno

El otro día, mis insultantes, por su juventud, y efímeras amigas madrileñas me llamaron viejuno, con todo su morro, mientras compartíamos una pinta. Las pobres no conocían a Faemino y Cansado y achacaban este "mérito" a mi edad y no a su ausencia de conocimiento de los hitos de la cultura patria. Viejuno, si sólo tengo 35 tacos (para el Ministerio me quedan cinco aún para dejar de ser joven).

Mi amiga Ara, una de las personas que más admiro y quiero en el mundo (como me gustaría comerme su cerebro para que se me pegue algo), me paso una de las entradas a su blog. Leí y leí el blog hasta varios años atrás. ¡Señores! Eso es un blog y no lo que leen. ¿Cómo puede una persona hacer estremecer el corazón a otra con tan pocas palabras?

Mis amigos de banda me sacaron de la cancha antes de que acabase el partido. Me cambiaron por otro que, sin mucho esfuerzo, lo hará mejor que yo. Para colmo, la decena de músicos que tocan en las calles de Cambridge me dan mucha envidia.

Es sábado, ha llegado el viento para no marcharse, me abruma la perfección del nuevo trabajo de Bunbury y leo a Kafka. Será cuestión, como las semillas, de esperar la primavera.