martes, 29 de marzo de 2011

London II: Justicia poética.

Hola queridos,

Este fin de semana pasado volví a la capital del Imperio, a partir de ahora Londres, y, como no hay dos sin tres, volveré el que viene para así cerrar mi propia trilogía londinense.

Bien, preveyendo los problemas de gentío en la estación me fui dos horas antes que la vez anterior y, amigos, sucedieron cosas espeluznantes. Una de ellas era que a las 9 am de un sábado la p**a estación también estaba colapsada. Concluje que la National Railways tiene un departamento de "colapso y amontonamiento" que coloca por las estaciones para darles vidilla. La segunda es que, debido las hordas humanas (80% hispanoparlantes) que taponaban la estación, el tren que debía de tomar y que perdía sí o sí, se retrasó y pude cogerlo. De hecho, estando yo ya dentro, el tren tuvo que abrir las puertas de nuevo porque el personal aporreaba las puertas... realmente fue porque los niños entraron al tren y la madre estaba fuera, pero aprovecharon la flaqueza del conductor 300 personas para subirse.

Pero sin duda, lo más espeluznante, de lo que aún tengo secuelas, es que, llegaba tarde para coger el tren y, amigos, sí, tuve que correr por la calle. Con lo que yo he sido... escribo esto con lágrimas en los ojos... lágrimas de humillación y de dolor, que no siento mis extremidades inferiores de rodilla para abajo. Corrí, corrí, corrí. Corrí exactamente dos minutos en dos tramos de un minuto cada uno.... CASI ME MUERO!!!!!! Qué porte, que garbo, que sincronía de movimientos, que gallardía en el desplazamiento.... dios!!!! parecía un nerdy desbocado o un pollo loco degollado.... con lo que me he reído yo aquí de la gente que corre así.... Justicia Poética cayó sobre mi.

Las desdichas no acababan ahí, ójala! Llego a London, me subo al tube y, al bajarme, noto mis nalgas húmedas... Bastard! Como los asientos son de espumillón, no noté que alguien había vertido "algo" que quise pensar que era cerveza, en el asiento. Me sentí ultrajado: 10 am, sin saber andar por la carrera y pareciendo que me lo había hecho encima...


Puente de Londres y un acorazado hecho museo... qué miedito!!!

Después de atender unos asuntos con los que cerraré la trilogía... me dirigí a ese templo del pillaje denominado British Museum. Qué bonito, qué grande, qué valor expositivo.... Bueno de eso me di cuenta cuando me cercioré de que había abandonado Camden Town. Aquello parecía un mercadillo: flash por todos lados (incluso para las pinturas), la peña tocando el género, el pueblo comiendo por las salas... horrified me quedé. Huí a las salas de Asiria y Japón, sin gente y disfruté del espectáculo.

Rompiendo arquetipos: la leona herida no mide más de medio metro y el estandarte de Ur se puede llevar debajo del brazo. La ola de Hokusai estaba descansando...


Leona herida y otros familiares que van por el mismo camino...

No me gusta Londres, es una ciudad en la que se identifica al que está del paso frente al residente. El primero con su cámara y su nerviosismo y el segundo con la mirada de la bebedora de absenta de Toulouse Lautrec... eso no debe ser bueno.


Estandarte de Ur

A la vuelta me compré un par de Megamuffins y me quedé sobado en el tren... Juraría que me despertó mi propio ronquido...