sábado, 11 de diciembre de 2010

He manchado el pantalón y no precisamente de té.



Hola queridos,

Alarma social. Ayer recibí un email, al menos, desasosegante. La semana antes de venirme al exilio, el prestigioso Museo de Neandertal me invitó a dar una conferencia en sus instalaciones.

Todo fue bien hasta que me llevan al hotel... francamente, a mi me llama mucho la atención que a un conferenciante que se le trae de otro país, se le aloje en un hotel en el que hay que entrar por un asador de pollo. Si queridos, un asador de pollos.... El regente era un señor de algún lugar entre Armenia y Uzbekistán y que me hizo el booking en el mostrador donde horas antes había despachado alitas y contramuslos. Me apuntó los datos en la hoja de papel que llevaba mi acompañante y me dice que le siga... Menos mal que llevaba el dodotis (aún no me atrevo a usar tampones como me enteré anoche que se puede hacer). Me despido de mi acompañante, cruzo los dedos y a seguir a ese señor de pelo jabalí.

Pasamos por un patio sin luz y me planto en un "apartamento"... ahora necesitamos aparato gráfico.


Según entrabas al "apartamento" te encontrabas esto: primero un frío helador y luego una habitación que tenía una cama y un sofá y un gran ventanal (en la foto tapado, pero no cuando entré) que separaba dos habitaciones.

Si entrabas por la puerta de la izquierda te encontrabas esto:

A reseñar las dos camitas de pin y pon, pero lo mejor era el armario de la derecha.


Especial atención debe recaer sobre esa colección de pegatinas de guapos turcos colocados ahí por una adolescente de la misma nacionalidad, lo intenté abrir y la puerta se cayó. Lo divertido era que, saliendo por la puerta de la derecha, se llegaba al baño. Para los que no hayan caído, sí, para ir al baño desde la otra habitación tenías que pasar por esta.
Sólo queda por ver la habitación del gran ventanal...


No preguntéis por qué, pero fue la que, en el estado de shock en el que me encontraba, elegí para dormir. En la imagen ya ha habido reformas. El gran ventanal que unía esta habitación con la primera, estaba tapado por la persiana metálica que se ve en la parte superior, pero que no llegaba hasta abajo (dejaba ver 50 cm) y por eso pusimos el colchón, que estaba de meadas hasta arriba.

En un acto de ingenuidad y con lágrimas en los ojos le pregunto al señor: "esto es para mi sólo" y el fulano me espeta: "no, durante la noche vendrá un tio a dormir! jarrrrrrrrrrrrrrrr!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Aquí fue donde se me disparó la imaginación. vamos a ver colega: me estás diciendo que durante la noche va a venir uno como tú, probablemente pedo, a dormir a este palacete????? si sólo me viola me puedo dar con un canto en los dientes, pensé. Luego me tranquilicé, con el frío que hace, aquí el único que puede venir es el Padre Carras a hacer un exorcismo.

Fue entonces cuando le dije al hotelero/hostelero que si me daba la llave de la habitación. Me miró con ojos como platos y me dice: "no hay llave, pero no te preocupes vas a estar seguro". Si estar seguro es que en la oscura noche de Colonia entre un estribador turco borracho, abuse analmente de tí, te degüelle y haga de tu cadáver carne para el kebab, tío, tu concepto de seguridad y el mío divergen hasta el antagonismo.

El tipo se va y me deja sólo, entre lagrimones como puños, pude comprobar con estupor que no había sábanas en la cama, ni funda de almohada (vamos la lencería de cualquier hotel) y que el edredón era este:

Obsérvese el manchurrón de "meada" (en el mejor de los casos) que tenía en la doblez....

Ah!!!! el luxury bathroom, que se me olvidaba

A destacar la manivela en mitad del baño que abría el ventanuco del techo. En la bañera había seres de especies aún por descubrir que pedían tabaco, no digo más.

Tardé media hora en salir del shock, llamar a mi contacto alemán (una estudiante de doctorado) y decirla que me buscaran un hotel de verdad. Se movieron rápido y me llevaron a uno de 250 euros la noche en un taxi que iba a 150 km por hora (no es una manera de hablar), pero que no provocó que manchara el dodotis porque ya lo había dado todo en el Palace.


Esto es otra cosa...

Mis anfitriones me pidieron mil disculpas por el error y, por suerte, todo se solucionó.

Pues ayer recibo un email de estos alemanes que me han invitado a un coloquio y dicen: "nosotros os buscamos alojamiento", entendéis ahora por qué manché el pantalón y no precisamente de té?

Para mis Martas que están un poco tristes....


jueves, 9 de diciembre de 2010

Soy un cateto... ¡Y lo pienso demostrar!

Hola queridos,

Sí, el encabezado es una declaración de intenciones en toda regla. Voy a demostrar que soy un paleto que no sale del pueblo.

Contradiciendo la frase anterior, ayer bajé a la capital del Imperio Británico (donde los enchufes son raros, conducen por el lado equivocado de la carretera, usan una moneda rara, en definitiva, donde ellos son raros). Fui con Marta y Rob a ver a Helene Roche predicar sobre las primeras industria humanas. Allí también estaban Nacho y Mikel. Bueno, al final todos y otra gente desconocida nos fuimos de cena.

"Vamos a un indio", indicó nuestro anfitrión y tiramos, luego me di cuenta que lo de "un" era muy vago, vamos que ni idea de dónde íbamos. Entramos en uno donde nos acogieron y nos dan las cartas.

Joder! aquello tenía más letras que una tesis doctoral y, por supuesto, no entendía rigurosamente nada de lo que ponía y yo buscando como un loco pollo al curry, que es lo único que me sonaba de la comida india. La búsqueda duró hasta que alguien concluyó que era un indio vegetariano... mal apuntaba la cosa...

En la carta, y haciendo un esfuerzo antropológico atroz, dudaba entre pedir "finger's woman" que sonaba muy mal, la verdad, o una pizza de lentejas (como lo oís). Al final elegí, completamente al azar, una cosa de arroz que envolvía espinacas con queso y que, también por azar y providencia divina, no era picante, según el camarero. Aquí hay que hacer un inciso: cuando un camarero indio te dice que no pica significa que sólo te van a salir lágrimas como puños... si te dice que es picante, a tus contertulios les saldrán canas a causa de tu aliento y tú fallecerás segundos después.

Para beber una cerveza de la marca Cobra. Los tíos tienen buena vista, como la comida no picaba, nos trajeron la cerveza standard de 660 ml.

Para terminar la cena nos sacan dos boles que cabían en una mano, para los 10 que éramos: uno de una especie de yogur al curry de inenarrable sabor y otro bol con bolitas de anís... tío! qué pretendes que haga con eso si no me dejaron entrar al canario al país!!! Aún así probé ambas y, francamente, lo de los anises era de chufla o pertenece a la idea cósmica de benevolencia hindú: primero te reviento el estómago con comida no picante y luego te doy anises para que eches los provechitos... Algo no va bien...

Yo no vuelvo a salir del pueblo ni a serle infiel a mi comida china.